Transcripción de la entrevista a Matilde Fernández realizada por ENTREMAYORES
MATILDE FERNÁNDEZ SANZ / PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN CONTRA LA SOLEDAD Y EL OBSERVATORIO SOLEDADES
‘Hacer frente al edadismo reclama acciones educativas, culturales y sociales para que el respeto hacia el otro esté interiorizado’
“Desarrollar una sociedad de los cuidados o, mejor, una sociedad cuidadora es un reto con mucho futuro y que debería asumirse como rasgo significativo del modelo de país al que aspiramos”, señala Fernández Sanz en esta entrevista
M.S. / EM 11-04-2024
Pregunta.- Declaraba usted en una entrevista que la soledad, cuando es en personas mayores, “viene para quedarse” y puede desembocar en edadismo. ¿Significa, entonces, que atajando este problema de aislamiento que sufren tantos mayores podríamos, en parte, contribuir a la lucha contra la discriminación por edad?
Respuesta.- Hacer frente al edadismo es tarea seria, como serio es luchar contra los estereotipos, prejuicios y discriminaciones que hay tras el edadismo. Se necesita de políticas, de acciones positivas, mantenidas en el tiempo para que produzcan esos necesarios cambios de mentalidades y de actitudes; por cierto, una escasa cualidad de muchas Administraciones, la de mantener en el tiempo las acciones que desarrollan y las que subvencionan para que otros hagan. Hacer frente al edadismo reclama acciones educativas, culturales y sociales para que el respeto hacia el otro esté interiorizado en la vida cotidiana de la comunidad.
Cuando digo que la soledad viene para quedarse en las personas mayores, quiero recordar dos datos: primero, que las personas mayores tardan mucho tiempo en verbalizar que se sienten solas (seis años dicen nuestros estudios); y segundo, que las personas mayores ya han “sufrido” muchas pérdidas con el paso de los años y, así, el trabajo de intervención social ha de ser más intenso y prolongado.
P.- En ese camino para frenar la soledad no deseada, desde el observatorio apuestan firmemente por una estrategia de políticas públicas transversales, de ahí que incluso demandasen –hace solo unos meses– la creación de una Secretaría de Estado contra la Soledad no deseada. ¿Cómo considera que debería estructurarse este organismo?
R.- Con su permiso voy a obviar el rango administrativo para quedarme con lo que creo que es más importante. Se necesita un fuerte liderazgo desde la Administración del Estado y de ahí hacia las otras y en las otras tres Administraciones: autonómicas, diputaciones y municipios.
Liderazgo fuerte que coordine ese trabajo trasversal de todos los departamentos porque, en casi todos ellos, hay desarrollo de políticas que pueden ser muy útiles para definir un Plan Estratégico contra las soledades. Piense en el trabajo tan eficaz que hizo la ciudad de Barcelona preguntando a todas las concejalías y distritos sobre que hacían que podía ser útil para reducir la soledad y el aislamiento de sus vecinos. Así empezaron a construir ese magnífico plan trasversal.
Liderazgo y trabajo pactado entre todos en defensa del interés general de la ciudadanía.
Modestamente hablando, le diré que la Administración del Estado debe impulsar aquellas acciones más globales y generales, las más útiles y comunes para todas las demás Administraciones. Una gran campaña de sensibilización, un programa de formación del voluntariado especializado, otro para los servidores públicos, unas guías formativas, algunos estudios e investigaciones… Lo importante es que se ha de tener claro, y trasmitirlo a todos, que cuidar a las personas desde que nacen hasta que mueren es la tarea de las sociedades desarrolladas del siglo XXI, que creará empleo, producirá riqueza y desarrollará grandes oportunidades en nuestro país, como ya lo ha hecho en otros países.
P.- ¿Se muestra optimista? Es decir, ¿cree que en un tiempo podría existir una Secretaría de estas características?
R.- Tengo más esperanzas de las que tuve en la legislatura pasada. Confío en que se apruebe un Plan estratégico y exista una Unidad Coordinadora y colaboradora con las demás administraciones. Con el rango administrativo ya prefiero callarme, valoro más que nuestros gobernantes, en cualquier Administración, sepan hacia donde hay que ir.
P.- En los últimos años se habla constantemente de soledad, pero, más allá de las intenciones, ¿diría que a nivel institucional –sea local, estatal…– existe un compromiso firme con esta problemática?
R.- Voy a decirle porque creo que se va a ir afrontando esta importante tarea. Los programas electorales de todos los partidos políticos que gobiernan en las diferentes Administraciones españolas, menos VOX, tienen compromisos concretos y bien definidos sobre la necesidad de dar respuestas rigurosas ante las soledades y los aislamientos de las personas y especialmente de las personas mayores y de las personas con discapacidad. El deber ser les obliga. Y el deber ser de la ciudadanía nos obliga a exigírselo.
Además, en muchos municipios ya se están llevando a cabo proyectos de gran interés y eficacia como la Estrategia ‘Araba a Punto’ de la Diputación Foral de Álava, el Proyecto ‘Rompiendo Distancias’ y ‘Cuidas’ en el Principado de Asturias, y tantos más.
P.- También el contacto intergeneracional puede ser clave en la lucha contra este problema. ¿Qué potencial tienen las relaciones intergeneracionales para frenar la soledad en los sénior?
R.- Que aprendamos a trabajar trasversalmente entre áreas políticas y entre generaciones es fundamental y lo dicen ellos mismos, las personas mayores y las jóvenes. Piense en la Declaración Institucional que han firmado tanto la Plataforma Europea de Mayores como el Foro Europeo de Jóvenes, ‘Unidos a través de generaciones’. Jóvenes y mayores compartimos los mismos valores, tenemos los mismos desafíos, parecidas experiencias y como dice la Declaración: “somos testigos de la importancia que tiene forjar sólidos vínculos intergeneracionales de solidaridad”.
Piense en los proyectos de convivencia entre una persona mayor y una persona joven, que si mi cabeza no me falla se iniciaron en los años 80 del siglo pasado desde la organización sénior para que universitarios desplazados vivieran con una persona mayor y sola, sin coste económico, pero con el trueque del acompañamiento y de algunas tareas de apoyo. Ahora ya hay muchos y con diversas propuestas, el último que he leído se llama KUVU, alquileres intergeneracionales a modo de inmobiliaria social en Bilbao. Los proyectos llamados ‘Conectados’, el proyecto ‘Crece’ de la Cruz Roja, el proyecto ‘A tu lado siempre’ de la ONCE, los varios proyectos de ‘Acompañamiento’, las viviendas en alquiler intergeneracionales y con tareas compartidas de apoyo mutuo, los huertos y jardines intergeneracionales, los café y tertulias en los barrios, los cines fórum, el teatro en la calle, y tantos y tantos que hay que relacionar, ensamblar, enraizar y evaluar.
Arraigar el sentimiento de permanencia a un barrio, a una comunidad es más importante de lo que parece.
P.- Precisamente todas estas aportaciones son las que defienden desde el observatorio del que usted es presidenta. ¿En qué líneas de trabajo centran actualmente sus esfuerzos?
R.- Ya sabe que nosotros nacimos para generar y difundir conocimiento y de ahí nuestras investigaciones, informes y estudios: También nacimos para posibilitar espacios de intercambio de experiencias para, tras conectar entre muchos actores, intentar innovar.
Para eso hemos puesto en marcha dos grupos de trabajo, uno de Investigación y Conocimiento para la colaboración entre investigadores y universidades; otro sobre políticas públicas para la colaboración entre administraciones. Del Comité Consultivo y de estos dos grupos de trabajo salen propuestas de seminarios y jornadas que, hasta ahora, todas han sido muy interesantes informativa y formativamente hablando. Hemos desarrollado conexiones entre los que caminamos en la misma dirección.
En este año, presentaremos dos nuevos estudios. Un nuevo barómetro sobre la situación de la soledad no deseada que nos permitirá comparar con el que hicimos hace dos años y explorar algunos campos nuevos. Otro sobre las tecnologías como herramientas de conexión social, observando tecnologías de entornos abiertos, de proximidad o de entornos reducidos, tecnologías aplicadas a los cuidados y tecnologías específicas para combatir la soledad. Más conocimiento para tomar más certeras decisiones.
P.- Hablamos del papel de las instituciones y del resto de la sociedad, pero ¿pueden los mayores, y de qué manera, protegerse o prevenir la soledad?
R.- Todo ha de empezar en nosotros. Hemos de saber que tras cada derecho hay una responsabilidad. La responsabilidad de todas las personas es la de cuidarse, y cuidarse bien en la medida de sus posibilidades. La de pedir ayuda cuando lo necesite y la de dar esa ayuda también según sus posibilidades. Somos dos sociedades muy diferentes, hablo de la japonesa y la nuestra, pero tenemos en común que somos dos sociedades envejecidas. Me gusta la ‘moneda del tiempo’ que allí tienen. Moneda del tiempo por la labor voluntaria que se convierte en moneda de apoyo y ayuda cuando esa persona voluntaria lo necesita ya sea para hacer un curso o para recibir un cuidado. ¡Qué sentido de organización comunitaria reflejan!
P.- En ese camino hacia una “sociedad cuidadora” de la que usted tantas veces ha hablado. ¿Estamos caminando en la dirección correcta? ¿Cuál es el gran reto al que nos enfrentamos en este sentido?
R.- No me cansaré de decir que desarrollar una sociedad de los cuidados o, mejor, una sociedad cuidadora es un reto con mucho futuro y que debería asumirse como rasgo significativo del modelo de país al que aspiramos. La sociedad cuidadora seña de identidad de la sociedad española. ¡Qué gran ambición!
Considero a Gregorio Rodríguez Cabrero una persona sabia a la que he leído y escuchado desde hace mucho tiempo, voy a plagiarle diciéndole que una sociedad cuidadora implica: El desarrollo del derecho, añado responsable, al cuidado; el desarrollo de servicios integrales desde las políticas y en las comunidades; y, y aquí está la revolución, el reparto equitativo de “la carga” del cuidado.
Cambios en los hogares, cambios en las políticas públicas, cambios en la economía social, cambios en el mercado y cambios en nuestras mentalidades.
Para sacar adelante ese objetivo es necesario un gran pacto de país, un gran consenso, por desgracia, los vientos soplan en una mala dirección.